A grandes rasgos, se concluye que es imperativo implementar estrategias
para mejorar la calidad de vida de las mujeres, en búsqueda de obtener la
igualdad de género a través del empoderamiento desde las mismas mujeres desde
que son niñas y del reconocimiento de los hombres de los derechos de género, desde su infancia.
Me gusta ese título “HeForShe”, porque la contribución del género
masculino es esencial para disminuir las brechas salariales, de brindar la
opción de ostentar mejores e importantes cargos en la sociedad, de dejar atrás
los trabajos vulnerables, los mal o no remunerados, no sólo incentivando la
igualdad de género sino cumpliendo con sus obligaciones, entre otras, domésticas,
borrar ese pensamiento tanto en los hombres como en las mismas mujeres, que
cuando un hombre hace algo, por y para su familia es porque ayuda y no porque
es en efecto también su obligación, y está condicionado muchas veces a pensar
que si lo hace es “gay”.
Es forzoso pensar que los aportes
en sociedad deben eliminar la discriminación de género, tanto la directa como
la indirecta, la originada a partir del hombre y peor, la propiciada desde las propias
mujeres, quienes en su rutina diaria se prestan a ser discriminadas, dominadas,
a ser objeto de servidumbre y a su vez dirigen discriminación y dominación
hacia otras transmitiendo y difundiendo el trato desigual.
El enfoque, tratamiento y aplicación del género debe ser un modelo sobre
los niños y las niñas, para que ambos identifiquen y apliquen igualdad de
género, que el respeto no sea inculcado sino algo innato, inherente a ellos
como seres humanos. Que el debate comience desde la opinión, con el aporte desde
la diferencia, desde la participación, desde la formación que en muchas
oportunidades es segada y sesgada hacia la mujer, cuando las labores domésticas
le demandan tanto tiempo, que es imposible dedicarlo a su formación, a un rato
de entretenimiento o simplemente de descanso, a ejercer un trabajo formal, y
con ello a contribuir en el desarrollo político, económico, social y cultural
en del medio en que se desenvuelve; lo cual a su vez impide que ella sea un
ejemplo de empoderamiento, de independencia, de ejercicio pleno de derechos y
de libertad, a quienes le siguen su paso.
La mujer por naturaleza debería ser eje principal en la toma de sus
propias decisiones tanto a nivel individual como a nivel social, si éstas son
en últimas las que van a afectar nuestra vida, por cuanto hoy por hoy, los órganos de
decisión en el mundo están formados en su gran mayoría por hombres, quienes se
ausentan o no contribuyen de manera efectiva en las asambleas, cumbres,
debates, reuniones, conferencias, encuentros, o similares en los cuales se
decide el futuro de la mujer.
Hay que romper paradigmas, y aunque la lucha sea dura, empecemos en el
diario vivir, deteniendo el acoso, la violencia, los micromaltratos, en todo
caso, demos el primer paso.